Para acabar el año 2014 que mejor que proponerles la lectura de 14, de J. Echenoz tan aplaudida por la crítica.
Las reacciones a esta novela, en la que se condensa en 98 páginas la denominada Gran Guerra desde la perspectiva de su protagonista Anthime, joven de un pueblo francés llamado a filas, fueron muy diferentes: defensoras y detractoras del libro nos enzarzamos en una discusión. Unas destacaron ese comienzo cinematográfico, esas descripciones detallistas que rozan lo puntillesco, el hiperrealismo de gran calidad literaria, como la descripción minuciosa del contenido de sus mochilas, y que en ocasiones, llegaba a ser brutal y desgarradora. En cuanto a las detractoras, adujeron que los personajes estaban poco perfilados, que eran arquetipos, que no habían sentido emoción alguna en aquello que se narraba, que era distante, que no da una visión de la guerra, que parecía un ejercicio literario realizado por un burgués que no “se mojaba”, que no se pronunciaba ni sobre sus causas, ni sobre sus consecuencias. Quizá porque como se dice en la novela: “Todo esto se ha escrito mil veces, quizá no merece la pena detenerse de nuevo en esta sórdida y apestosa ópera. Además, quizá tampoco sea útil y pertinente comparar la guerra con una ópera, y menos cuando no se es muy aficionado a la ópera, aunque la guerra, como ella, sea grandiosa, enfática, excesiva, llena de ingratas morosidades, como ella arme mucho ruido y con frecuencia, a la larga, resulte bastante fastidiosa”.
A este respecto, también recomendamos la lectura de La gran guerra, de Joe Sacco. En él se cuenta lo ocurrido en la batalla del Somme en forma casi de película en blanco y negro, pues es un desplegable,con unos dibujos precisos y muy esclarecedores en los que aparece un campo de batalla.
Las reacciones a esta novela, en la que se condensa en 98 páginas la denominada Gran Guerra desde la perspectiva de su protagonista Anthime, joven de un pueblo francés llamado a filas, fueron muy diferentes: defensoras y detractoras del libro nos enzarzamos en una discusión. Unas destacaron ese comienzo cinematográfico, esas descripciones detallistas que rozan lo puntillesco, el hiperrealismo de gran calidad literaria, como la descripción minuciosa del contenido de sus mochilas, y que en ocasiones, llegaba a ser brutal y desgarradora. En cuanto a las detractoras, adujeron que los personajes estaban poco perfilados, que eran arquetipos, que no habían sentido emoción alguna en aquello que se narraba, que era distante, que no da una visión de la guerra, que parecía un ejercicio literario realizado por un burgués que no “se mojaba”, que no se pronunciaba ni sobre sus causas, ni sobre sus consecuencias. Quizá porque como se dice en la novela: “Todo esto se ha escrito mil veces, quizá no merece la pena detenerse de nuevo en esta sórdida y apestosa ópera. Además, quizá tampoco sea útil y pertinente comparar la guerra con una ópera, y menos cuando no se es muy aficionado a la ópera, aunque la guerra, como ella, sea grandiosa, enfática, excesiva, llena de ingratas morosidades, como ella arme mucho ruido y con frecuencia, a la larga, resulte bastante fastidiosa”.
A este respecto, también recomendamos la lectura de La gran guerra, de Joe Sacco. En él se cuenta lo ocurrido en la batalla del Somme en forma casi de película en blanco y negro, pues es un desplegable,con unos dibujos precisos y muy esclarecedores en los que aparece un campo de batalla.
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