Andaba maquinando qué libro les propondría para la lectura de este mes. Procuro en todo momento que su lectura les pueda interesar, aunque no siempre acierto, y procuro también que sea más o menos actual, por eso de estar al día. Pero no acababa de decidirme: no lo tenía claro. Y buscando libro en casa, mi vista reparó en ese estante en el que tengo mis “preferidos”: eso libros que releo, que regalo, esos que no presto. Allí están Cien años de soledad, La muerte de Artemio Cruz, Bomarzo, El hereje,… y Sostiene Pereira. ¡Cómo me había gustado cuando lo leí, en 1996, hace ya casi 20 años.
Así que lo recuperé, cual clásico, y se lo propuse para la siguiente reunión.
Esta vez sí, había acertado plenamente: les encantó a todas esta historia contada por un narrador que alude al relato que Pereira hace de los hechos, como si fuera una declaración policial con la reiteración de ese “Sostiene”.
Estamos en Lisboa, en 1938. En esta situación se conocen los tres personajes que constituyen un triángulo: Pereira, hombre mayor, viudo, con problemas de salud, traductor de libros de escritores franceses del siglo XIX, católico y periodista le ofrece a Monteiro Rossi, un joven idealista italiano, la posibilidad de realizar necrológicas anticipadas para el suplemento cultural. Y es en este punto donde la tranquila y rutinaria vida de Pereira se empieza a complicar, pues no acaba de entender cómo ese chico le escribe textos impublicables dadas las referencias antifascistas que hace, aunque empieza a tener claro que es debido a la influencia de su novia Marta, quien afirma: “Nosotros no hacemos la crónica, señor Pereira, eso es lo que nos gustaría que entendiera, nosotros vivimos la Historia”
Junto a él, dos personajes más van ayudarle a despertar de su letargo: el doctor Cardoso –“dice que se está despertando mi yo hegemónico” o el padre Antonio- “las personas nos influyen, suele ocurrir”.
“Usted es un intelectual, diga lo que está pasando en Europa, exprese su libre pensamiento, en suma, haga usted algo” y su vida cambió, quizá, porque Pereira se dio cuenta que no es ético mantenerse neutral o tratar de vivir cómo si nada ocurriera a su alrededor, cuando estaba gobernando Salazar, cuando España estaba inmersa en una guerra civil o cuando a los judíos se les perseguía.
En la reunión, a una de las tertulianas este personaje le recordó una película protagonizada por Charles Laughton, Esta tierra es mía, quién sufre un proceso parecido.
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