Las lecturas de este mes , Mendel, el de los libros y La historia de
Erika, tienen en común el tema de la guerra desde dos ópticas distintas.
En la
primera de ellas, el narrador recuerda ,
20 años después, a Mendel, un librero de viejo, inmigrante judíoruso, que se pasaba
los días sentado en la misma silla de la misma cafetería en Viena.
Estaba tan abstraído con sus libros que ignoraba lo que ocurría alrededor, posiblemente porque no le interesa, porque no le aporta nada. Y, sin embargo, este hecho no le salva se ser hecho prisionero y acabar en un campo de concentración por una falsa acusación.
Estaba tan abstraído con sus libros que ignoraba lo que ocurría alrededor, posiblemente porque no le interesa, porque no le aporta nada. Y, sin embargo, este hecho no le salva se ser hecho prisionero y acabar en un campo de concentración por una falsa acusación.
La otra óptica es la de
los recuerdos de una niña que se salva del holocausto por un tremendo acto de amor de su madre. Pero
ambas lecturas sí que tienen en común una misma intención: son dos libros antibelicistas y humanistas.
En la sesión de hoy hubo unanimidad de criterios respecto al
álbum ilustrado, cuyas ilustraciones ganan con mucho al contenido; pero Mendel suscitó discrepancias, pues a alguna el
personaje le pareció poco verosímil, demasiado aséptico, y porque
el libro no había satisfecho sus expectativas.