En la sesión de abril, nos hemos reunido en torno a dos libros- Tardes con Margueritte, de Marie-Sabine Roger, y La pequeña tejedora de historias, de Agnés de Lastrade y Marie Caudry- con una temática común: la lectura y las palabras. Porque de eso tratan los libros elegidos: del poder que tienen las palabras. No en vano, cada tarde – como Margueritte y Germain- nos reunimos para hablar- como la pequeña tejedora de historias.
Dos libros que han gustado por igual a todas. Allí se trató del tema de la soledad de los protagonistas que se encuentran casualmente en un banco del parque y que se convertirán en amigos que se apoyan, que se protegen mutuamente; y todo ello, se produce en torno a la lectura que Margueritte comparte con Germain, quien afirma: “Si de pequeño me hubiesen leído cuentos, quizá habría metido las narices en más de un libro, en lugar de hacer tonterías solo por aburrimiento".
A través del libro, de sus conversaciones, se trazan los retratos emocionales de ambos personajes, a los que la sociedad ha dejado a un lado porque ya no les resultan útiles. Y es entonces, cuando comienza la tutela intelectual, física y emocional que ejercerán mutuamente, al tiempo que vamos descubriendo, en ocasiones con grandes dosis de humor, la defensa de la lectura como escuela de aprendizaje y como puerta que te permitirá conocer nuevos mundos, mediante esas palabras que la pequeña tejedora cultiva. “algunas palabras necesitan ayuda. Son tan frágiles que hay que darles ánimo. La palabra “nosotros” es la más difícil de cultivar”.Dos libros que han gustado por igual a todas. Allí se trató del tema de la soledad de los protagonistas que se encuentran casualmente en un banco del parque y que se convertirán en amigos que se apoyan, que se protegen mutuamente; y todo ello, se produce en torno a la lectura que Margueritte comparte con Germain, quien afirma: “Si de pequeño me hubiesen leído cuentos, quizá habría metido las narices en más de un libro, en lugar de hacer tonterías solo por aburrimiento".
En fin ,dice Germain:en una de estas páginas: “En mi ambiente, los libros no están muy bien vistos(…) Sentía tanta vergüenza, que escondía el diccionario como si fuera un libro porno” ¡Cómo nos gustaría que eso no sucediera nunca!, porque ¡qué buenos momentos pasamos en torno a un buen libro con una buena compañía! Os deseamos a todos unas ¡dulces lecturas!
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