“El mundo se divide en dos clases de personas: los que barren y los que no”
La que barre es una de las protagonistas de la novela- Emerenc-, la que no barre es la otra protagonista, la escritora, Magda. Esta necesita una mujer que realice las tareas del hogar. Y aquí se entabla su conocimiento y su profunda relación que durará durante 20 años en Hungría. A lo largo de las páginas vamos conociendo cómo evoluciona la vida de ambos personajes y las intrincadas relaciones emocionales que se establecen entre ambas. Porque Emerenc no es una asistenta al uso, pues es ella la que decide los tiempos, sus ausencias, sus regresos, los cuidados que prodiga al matrimonio en sus peores momentos, sus críticas al mundo que su ama representa y que ella ni entiende ni comparte. Es más, como lectoras nos resulta extraña esa relación de amor-odio, de dependencia, de omnipresencia, de hermetismo e , incluso, en ocasiones de desprecio. En suma, dos mujeres que se quieren pero cada una a su manera.
Y mientras estamos absorbidos por ellas, por esta novela se van desgranando diversos temas: la religión, el derecho a morir dignamente, la familia, el verdadero valor de la amistad, las secuelas de la guerra,…
En fin, que como no podía ser de otra manera, en la reunión hubo un duro debate a favor y en contra de Emerenc, quizá porque durante nuestras lecturas ella dejó de ser un personaje para convertirse en una persona de carne y hueso, lo que da mucho más valor a la novela, porque alguna de las tertulianas afirmaba no podría soportar a esa mujer, lo que resulta como menos extraño, pues esa mujer es un personaje.
Y a estas alturas alguno se estará preguntando a qué viene ese título, La puerta, podría desvelarlo pero no lo haré. Si has llegado hasta aquí, te animo a ti, lector/-a, a que te hagas con el libro y que descubras por ti mismo/-a qué se esconde detrás de esa puerta.
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