“La historia del señor Watts resultó tan cautivadora como Grandes esperanzas lo había sido para nosotros, los niños. Esta vez toda la aldea escuchó asombrada, sentados junto a la pequeña fogata en una isla casi olvidada, donde sucedían los acontecimientos más inenarrables sin despertar la cólera del mundo exterior ni una sola vez”
Un hombre blanco, el señor Watts- acaba perdido por diferentes circunstancias en una isla-Bouganville- habitada por negros. En el transcurrir de la historia que la narradora -Matilda,una niña de unos 12 años- nos hace llegar, conocemos que este hombre se convierte en un maestro un tanto particular, pues a través de una única lectura –Grandes esperanzas de Ch. Dickens- que les hace en clase, consigue que ese grupo de chicos se evadan de esa realidad tan cruel que les está tocando vivir: una guerra civil real en la que se enfrentaron dos bandos y que asoló su isla.
La novela se convierte así en un ejercicio de metaliteratura en el que el autor enfrenta dos mundos bien distintos: el representado por la madre de Matilda, una mujer aferrada a las creencias que la lectura de la Biblia le transmite- y el representado por Pip/Watts, el de la imaginación, -“ Todos hemos perdido nuestras pertenencias (…) pero estas pérdidas, por graves que puedan parecernos, nos recuerdan aquellos que nadie pueda quitarnos: nuestra mente y nuestra imaginación”, el de la ficción al que se agarra Matilda pues, al final, conseguirá subir a la lancha, huir y comenzar otra vida relativamente feliz en la que repite el modelo de maestra aprendido con Watts: “Aprendí que cada profesor tenía un as en la manga. Pedía mi nueva clase que guardara silencio durante diez minutos- ¿su Hora de leer? Solo eso”
No obstante, no ha sido una lectura que haya encandilado a todo el grupo: unas manifestaron que las 200 primeras páginas tenían un ritmo muy lento y que, de repente, los acontecimientos reales y efectivos se agolpaban en las últimas 50 páginas. Otras opinaron que no habían conectado con ninguno de los personajes o que, incluso, tenían la sensación de que a la novela le faltaba o le fallaba algo que no fueron capaces de explicar. A pesar de ello, sí que hubo pasajes que despertaron su admiración o emoción.
En definitiva, una novela triste y dura en la que con la que podremos explicar y valorar la fuerza y el poder de la literatura en tiempos de crisis.
También hay una versión cinematográfica:
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