En el mes que dedicamos a la mujer, tres fueron las obras escogidas para nuestro club de lectura de profes, pues representan casi un ciclo en la vida de la mujer y se cuestionan muchas tópicos: ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, El aprendizaje amoroso y Mejillones para cenar.
En la primera de ellas, asistimos a una desmitificación de los cuentos clásicos que tanto gustan a las niñas: nuestra protagonista, Carlota, no quiere ser princesa, abomina el color rosa y no aspira a conocer a un príncipe azul. Ella desea tener esa otra vida que se atribuye en los cuentos tradicionales al papel que ejercen los niños: búsqueda de aventuras, de conocimiento, de creatividad. Y todo ello, quizá, porque son las lecturas que los adultos hacen a los niños, repitiendo esa herencia de modelos en la que se atribuyen un papel a los chicos y otros, diferente, a las chicas; con lo que el álbum se convierte en un canto a la igualdad desde bien pequeños.
En el segundo, el aprendizaje amoroso, el álbum comienza, precisamente, con un príncipe y una princesa que se casaron y que “fueron muy felices y tuvieron muchos hijos”. Tomando esta idea como punto de partida, se nos describe el día a día de esa pareja recién formada, como un reflejo de la vida cotidiana de cualquier pareja a lo largo de los años: los desencuentros por tener opiniones diferentes, las molestias derivadas de la convivencia, la llegada de los hijos, la soledad, la incomunicación, los celos,…
A diferencia del anterior, las ilustraciones cobran mayor relevancia no solo por el gran tamaño, sino , sobre todo, porque son críticas y representan los pensamientos de los dos protagonistas y, de esta forma, amplían la escasa información que aporta el texto escrito.
Un libro ideal para trabajar con los adolescentes.
El tercero, Mejillones para cenar, es un novela corta en la que narradora-hija, en un largo soliloquio, va desgranando la vida de una familia que proviene de la Alemania del Este, cuando su padre no llega a cenar esos mejillones que su madre prepara como cena en las grandes ocasiones. A través de esa prosa envolvente, asfixiante y reiterativa vamos conociendo la opresión que el padre ejerce sobre los otros tres miembros de la familia, a los que no acepta como son. Entre líneas, el lector va descubriendo los sentimientos encontrados, la angustia, el miedo permanente, la violencia doméstica ejercida tanto sobre la madre como sobre los hijos,… Así la novela se convierte en una terapia de grupo familiar en la que los personajes parecen encontrar, por fin, la liberación de la opresión paterna.